miércoles, 8 de junio de 2011

El despertar de las semillas - La Activacion

Las semillas representan la merienda ideal, son prácticas en viajes o excursiones y un apreciable complemento de las comidas principales. Son fáciles de transportar y consumir, no necesitan cocción, y al ser fuente completa de nutrientes, generan rápida saciedad. Pero es primordial tomar ciertas previsiones, antes de su consumo, a fin de aprovechar correctamente todo su potencial y no generar daños.

Si bien es popular el consumo de semillas, no siempre se lo realiza del mejor modo. Es el caso del maní tostado y frito, tal vez la semilla de consumo más divulgado, aunque lamentablemente en su forma menos conveniente. De allí su imagen de semilla “pesada” e “indigesta”.
Pese a la costumbre popular de consumir las semillas a modo de snack y en función a su textura crocante, en el marco de una nutrición viva representan un alimento básico y sustancial al garantizar el principal aporte lipídico y proteico. De allí la necesidad de cuidar su buen procesamiento y su eficaz metabolización.

Es conveniente lavar y activar las semillas, previo a su consumo. De ese modo lograremos máxima seguridad y eficiencia metabólica en su asimilación. Conviene perder 20 minutos y lavar las semillas, sumergiéndolas en un cuenco con agua limpia, a la cual agregaremos un par de cucharadas de agua oxigenada (usar al menos la de 10 Vol. que se consigue en farmacias) por litro. Al cabo de ese tiempo, la evidencia sobre la presencia de hongos es una capa espumosa y con residuos en superficie. Acto seguido, tras enjuagar con abundante agua, las semillas quedan listas para su posterior Activación.
Esta sencilla técnica consiste en “despertar” la semilla de su estado de latencia. Al colocarlas en remojo durante varias horas ellas entienden que llego la hora de brotar y expandirse para transformarse en una nueva planta. Es un procedimiento muy común en horticultura, a fin de acelerar el desarrollo de la siembra. En este período, la semilla absorbe agua y pone en marcha procesos “cascadas enzimáticas” que: inactivan antinutrientes (como el ácido fítico, gluten), predigieren nutrientes (desdoblamientos) e incrementan su contenido nutricio (síntesis vitamínica y enzimática). Además así eliminaremos eventuales restos de hongos y micotoxinas que hayan resistido el lavado previo.

La activación de las semillas comestibles resulta siempre aconsejable, previo a cualquier forma de consumo que hagamos. Conviene activar las semillas que directamente consumiremos sin germinar (nueces, almendras, cajú, maní), las semillas que luego germinaremos (alfalfa, quínoa, lentejas), las semillas que usaremos para cultivar hojas (trigo, avena, centeno, cebada) y las semillas que luego procesaremos como cremas o quesos (cajú, maní, girasol, sésamo).
Para el Activado de semillas, necesitamos un frasco de vidrio limpio; el plástico no es aconsejado por higiene (estructura porosa) y porque pueden migrar compuestos al agua. Recordar previamente realizar un adecuado lavado de las semillas, remojándolas 20 minutos en agua limpia a la cual adicionamos un par de cucharadas de agua oxigenada por litro. Luego de ese período, enjuagar bien las semillas.
El procedimiento de activado consiste en llenar el frasco de vidrio hasta la mitad con semillas seleccionadas y enjuagadas, completando el contenido con agua de buena calidad. Al concluir el proceso, eliminar el agua de remojo (excelente para regar las plantas) y enjuagar las semillas con agua limpia. En cuanto al tiempo de activación, en general se habla de 8 a 12 horas, aunque hay excepciones dependiendo de la semilla.
Conviene exceptuar de este proceso previo, al lino y la chía para consumo directo, a fin de evitar la pérdida de sus saludables mucílagos. En realidad el mejor equilibrio sería moler las semillas, remojarlas unas horas y luego consumir estas semillas (molidas y activadas), sin descartar el líquido utilizado.

Si las semillas se consumirán directamente, se puede: usarlas de inmediato, conservarlas un par de días en la heladera o deshidratarlas para que vuelvan a estar crocantes y se preserven por más tiempo. Caso contrario, se continúa el proceso, con técnicas de brotado o cultivo.
Es también recomendable usar el proceso de activación en frutas, hortalizas y algas marinas deshidratadas; basta sumergirlas, previo enjuague, durante media ó una hora en agua tibia. Dado que no hay antinutrientes en el proceso, esta agua puede consumirse o utilizarse en otras preparaciones. 


Fuente: “Alimento y Vitalidad” Prama