Tal vez puede parecer que ‘lo integral’ es una cosa de moda más o menos reciente. Sin embargo, este tipo de productos han sido consumidos desde hace siglos por las más diversas civilizaciones. Oímos hablar de los alimentos integrales y la importancia de preferirlos sobre los alimentos conocidos como refinados, pero, ¿por qué?
Comencemos por entender que los alimentos integrales son aquellos que se encuentran en su estado natural, es decir, “completos”, por ejemplo, en los granos, no les han eliminado el germen y el salvado en las partes exteriores del grano. Por esto, consideramos alimentos integrales a las legumbres, arroz, pan integral, frutas y verduras que conservan todas sus características nutricionales, las cuales equilibran el buen funcionamiento de nuestro organismo.
Por el contrario, los alimentos refinados son aquellos que han sufrido ya procesos especiales para su mejor y mayor conservación, así como algunos beneficios adicionales para los productores como ofrecer un mejor sabor o cosas por el estilo, añadiendo componentes artificiales.
Lo que estos productores no mencionan es que luego que un alimento es refinado carece totalmente de fibras, además implica que elementos como los hidratos de carbono sean absorbidos muy rápido, causando un desajuste que está directamente relacionado con la glucosa. Es decir, en términos sencillos, la glucosa es uno de los combustibles más importantes para nuestras células, y al consumir hidratos de carbono, normalmente el cuerpo se toma un tiempo para procesar sus componentes y convertirlas en glucosa. Pero, cuando se consumen alimentos refinados, la absorción ocurre demasiado rápido, y el cuerpo se desajusta al recibir esas grandes cantidades de glucosa “antes de tiempo“, y empieza a producir entonces más insulina de la normal…. Y bueno, la historia termina en enfermedades degenerativas muy típicas de esta era “industrial y moderna”.
Una dieta rica en alimentos integrales se asocia a un menor riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares, incluyendo dolencias cardiacas y derrames cerebrales.
Así, la gama de variedades culinarias integrales que hoy en día nos ofrece el mercado es enorme: azúcar, arroz, pasta, pan, bizcochos, galletas de todas las formas y sabores... Pero si por algo se caracterizan estos alimentos, además de por su delicioso sabor, es por sus múltiples beneficios para nuestra salud:
- Mejoran el tránsito intestinal y contribuyen a prevenir el estreñimiento.
- Pueden prevenir enfermedades como el cáncer, en especial el de colon.
- Proporcionan una sensación de saciedad que evita la ingesta de otros alimentos más calóricos, un aspecto importante en las dietas de adelgazamiento. No obstante, esto no quiere decir que se puedan tomar sin medida: lo que realmente varía respecto a los alimentos refinados es su cantidad de fibra, vitaminas, minerales y nutrientes y no tanto en el número de calorías, por lo que se puede decir que tanto unos como otros aportan similar cantidad de energía.
- Ayudan a reducir los niveles de colesterol y, por tanto, el riesgo de enfermedades cardíacas.
- Son ideales para las personas con diabetes, ya que su ingesta no produce ‘picos’ elevados de glucosa en sangre.
Precauciones
Si no se está habituado a consumir alimentos integrales con frecuencia, conviene aumentar su ingesta poco a poco, para evitar molestias gastrointestinales.